2 may 2015

Diluidos




¿ Cómo nos comportamos frente a los demás?, ¿ Somos quienes somos realmente o adquirimos un personaje comúnmente aceptado?, ¿ Son nuestros pensamientos libres o impuestos ? 

Como seres sociales que somos, pasamos gran parte de nuestra vida con núcleos humanos: comenzamos nuestra primera etapa de vida con la familia, después es el colegio y los primeros amigos, el instituto, la universidad, el trabajo, la pareja, los amigos, los hobbies... espacios de interacción social donde vamos forjando nuestra personalidad e identidad. 

Confabulamos nuestra percepción de nosotros mismos en base a una necesidad de integración, de aceptación y pertenencia a grupos. Nuestra propia valía depende del número y cantidad de personas que forman parte de nuestro día a día, siendo o no estas personas aptas para nuestro propio crecimiento personal. 


Avanzamos en el camino de la apariencia y moralidad compartida, en el que nuestro Yo es silenciado, consciente o inconscientemente, por los cánones impuestos por el ente grupal. Estos entes externos se manifiestan en nuestro propio modo de pensar, hablar y actuar. 


¿ Cómo ? Sencillamente, a través de los pensamientos internos que tenemos con nosotros mismos. Estos pensamiento o creencias innatas suelen estar determinadas por conceptos como:

 " Debería hacer...", " Tengo que...". 

Todos y cada uno de nosotros, podemos generar al cabo del día, pensamientos que comienzan a elaborarse a partir de estas palabras. 


La lista puede ser interminable, la mayoría de ellas son obligaciones que nos creamos nosotros mismos, pero que en muchos casos, no son cosas que realmente nazcan de nuestro deseo de querer hacerlas, sino que se realizan para agradar a un otro. 


Un ejemplo, el chico que debería estudiar la carrera que sus padres esperan que estudie; la chica que tiene que estar delgada para gustar a los demás; el hombre tiene que trabajar en esta empresa aunque no le guste porque le proporciona prestigio, notoriedad, o status social; la mujer que tiene que casarse, tener hijos porque es lo que hay que hacer. 


Si por un momento, nos paramos a contemplar la cantidad de pensamientos de este tipo que generamos a diario, podemos darnos cuenta de la cantidad  de tiempo y energía que gastamos. 



Llegados a este punto, te invito a que hagas una prueba contigo mismo. Haz una lista de cinco maneras en las que terminar con la palabra " Debería....


DEBERÍA


1. 

2.
3. 
4. 
5. 

A continuación, responde a cada una de ellas con un ¿ POR QUÉ? 


Para finalizar, te invito a transformar tu perspectiva, de modo que, sean las opciones y los deseos que realmente tienes los que te muevan a la acción, la tuya. 

Re-escribe de nuevo la lista de esos deberías que has detectado, y comienza cada uno de ellos con la frase: " SI  REALMENTE QUISIERA, PODRIA...." Este nuevo enfoque, brinda un deshago importante, al percibir que lo que realmente nos hace LIBRES es la oportunidad de ELECCIÓN (y no de imposición). 


Nuestra conducta social está arraigada a la creencia de seremos un alguien cuando cumplamos una serie de expectativas sociales. Pero en esa marea social, en la que podemos sentirnos diluidos, somos nosotros los responsables de dominar nuestro propio rumbo: poner freno a pensamientos dominantes y conectar con nuestro deseo.

Te invito a desprenderte del disfraz social y pruebes a mostrarte con el traje que mejor te sienta, el tuyo propio. 


Muchas gracias 










31 oct 2014

Me despierto agitada. "Autorretrato de un joven capitalista"


Me despierto agitada.







Soy un pasaje del tiempo que se desvanece.
Un infinito continuo que se materializa entre dos nadas.
Soy un despertar nuevo. Una conciencia abierta. Un abrir de ojos. Una perturbada noche agitada.
Me agita la noche porque la conciencia me golpea.  
Cruce de reproches. Quiero. Debo. Tengo. Soy. Espero. Exijo. No puedo. No sé. Miedo. Dudas. Sola. Ahora. Puedo. Sé. Caminante. Cambio.

Pensamientos activos de un ego dominante
Lucho en la noche por ganar la batalla.
Como Ser quien Soy. Contribuir en este mundo entre dos nadas.
Y me sale esta reflexión tras mi noche agitada.

El culpable, un tal Alberto San Juan, quien aturdido por la caída en picado de su vida, despertó en la cuneta de un vacío existencial que le llevó a un profundo periodo de reflexión. Quién soy. Qué mundo es este.
En esa estela de argumentación. Opinión. Y desnudez. Sentí que mi ser se abría.
Fue un diálogo en silencio que compartí con él. Mientras la actuación cobraba vida. Por dentro despertaba la mía.

¿¡Qué mundo es este!?
Qué poderes versan sobre las limitadas libertades humanas.
Qué hipotecada está la existencia humana.
Qué inquebrantable parecían los muros de la ignorancia.
Qué magistral mediocridad educativa reciba nos hizo vagar adormecidos.
Qué principios sin finales podemos impartir sin ética ni moral.
Cómo salir del fangoso miedo del poderoso. Del arrogante corrupto político. Del banquero crediticio que infecta con veneno los ahorros del viejito.
Qué sociedad es esta que cimienta sus cimientos de ladrillos de egoísmo y hormigón de avaricia.  
Qué legado dejaremos a los venideros, inocentes de esta barbarie humana.

¿¡Qué manera de despertar es ésta!?
 Cuando la hostia conciencia te golpea mientras duermes.
Agitada en la mañana. Intento seguir con mis quehaceres obligatorios. Impuestos. Aquellos que alimentan mis bolsillos. Mi alquiler. Mis salidas y vinos. Ese yo que impera y domina mi vida.

Hoy. Sin embargo, el espécimen de mi yo es arrastrado por una fuerza silenciosa, que cabalgó a oscuras en la noche pasada. Despertar. Vislumbrar. Contribuir. Cambios. Armonía. Justicia conjunta en la sociedad ciudadana.

Versan en mí la inquebrantable necesidad de contribuir a difundir la necesidad de acudir a levitarse con la obra “Autorretrato de un Joven Capitalista” (aunque sin ser joven ni capitalista).

Lloré emocionada al darme cuenta que en la deriva hay esperanza. Que el mundo es vivido también por personas vivas. Que despertaron del adormecido capitalismo devastador. Y descubrieron que el ser humano. Es un ser. Que siente. Que ama. Que disfruta. Y al que la sonrisa por la vida, los placeres de la conversación de antaño, el coayudar a los demás, la acción ciudadana y la ética compartida debe ser devuelta a la generación que despierta. A la sociedad dormida.

Desde este espacio quiero contribuir con esta aportación. Dosis de cafeína ética.

Autorretrato de un joven capitalista.

Dos horas en las que deleitarse con el joven capitalista que decide desnudarse.
El personaje se convierte en sonante ser. Sin tapujos. Sin disfraz social. Argumentado por un periodo de búsqueda. Lanza al público ciertos interrogantes sobre las fichas movidas a lo largo de la historia española, que a día de hoy, cuesta dar respuesta.

 Manos que mecen la cuna española. Reparticiones del pastel privado y expropiación de los servicios públicos. Magistrales juegos de tablero político. Blanco o Negro. Izquierda o Derecha. Estancamiento permanente. Democracia ficticia. Ilusorio festín de la propiedad. Sin ser dueños de nada nos creímos propietarios de todo. Casas, coches, joyas y festines cuyo titular, el señor banco nos hizo creer que nuestro es. Tupido velo.


No quiero reprochar la arrogancia del hombre. La desmesurada actuación de la revalorización. El reproche. El despilfarro. Culpables fuimos todos. No seamos ahora santos de un acto vandálico. La piedra social fue tirada en más o menos medida, empujada por todos. Cierto. Lo asumo. Pero avanzo. Despierto. Y cambio. Somos seres. Que viven entre dos nadas. Que pueden caer y levantar las veces  necesarias. Que aprender es de sabios, es bien sabido. Que un mundo nuevo es hoy. Ayer forma parte de la huella del pasado. El futuro lo dejamos para el devenir. Pero la vida se vive en el presente. El ahora. El enemigo  es el miedo  acompañado de ignorancia.


El despertar está en marcha. Cafeína para la noche agitada. Ábrete a la vida. Y contempla la obra de Alberto San Juan en el Teatro del Barrio. Madrid. Visita obligada si te dejas caer por aquí.

Gracias.



30 oct 2014

Actívate al cambio



El coaching apareció en mi vida como el resto de cosas insustanciales que con el tiempo se convierten en fervientes emisarias de mi destino ( lo fue la comunicación, la formación en habilidades comunicativas y el teatro)

Cabalgaba en la búsqueda de la auto-realización profesional. En esa estela de insufrible búsqueda hallé el conocimiento profundo que el coaching trajo a mi vida personal.


Plenitud. Conciencia. Compromiso. Contribución.

El sentido de la vida es un concepto demasiado abstracto que pocas personas llegan a verbalizar. Hablar en estos términos, hasta ahora, se consideraba de personas místicas, ajenas a la realidad, sin ganas de trabajar.

Estamos educados, o mejor dicho, domesticados, para no hacernos esta clase de planteamientos. Es tan fuerte la corriente de la marea del sistema que pararse siquiera a reflexionar sobre la deriva humana le hace a uno sentirse culpable por ello. ¿Cómo puedo quejarme si tengo trabajo?. ¿Cómo voy a pensar siquiera en hacer lo que realmente quiero? ¿Cómo soy tan egoísta? Nos auto-corregimos. Nos auto-corrige el entorno. Y seguimos arrastrados  por la deriva social hasta el fin de los días.

No estamos preparados para cabalgar por las contracorrientes de la sociedad. Dejarse llevar por la marea social es el camino más fácil. Más conveniente. Demasiados contrarios pueden desajustar los cimientos inquebrantables de una domesticación profundamente arraigada en la sociedad. O eso creemos creer.

Si buceo en lo más profundo de mi, me doy cuenta que la tipicidad es un concepto que he intentado siempre no asumir como propio. A mi modo de ver, es la comparación el peor de los pecados. Los grados comparativos injustamente establecidos. El ser humano en su naturaleza ya es genuinamente único. Incomparable a otros seres.

Todos hemos venido a la vida a encontrar nuestro sentido. Nuestra meta. Puede que unos la encuentren fácilmente, otros pueden tardar toda una vida en darse cuenta. Y hay quien la encuentra pero prefiere dejarla ir.

Yo encontré la mía no hace mucho. Buceando en esa estela de profundidad humana descubrí que los impulsos internos por salirme de la corriente habían sido sentidos por otros. Que los planteamientos profundos que me hacía a mí misma habían sido sentidos por otros. Me di cuenta entonces, que la potencialidad humana radica en la contribución. En compartir con los demás nuestras potencialidades. En elevarnos de lo meramente establecido. En dejar hacer aquello que hemos venido a hacer aquí. En no sentirnos culpables por pensar que otro modo de hacer es posible. En sentir que otro modo de contribuir es posible.

Utopía para unos, Realidad para otros.

Abogué por ser fiel a mí misma. Me desprendí de las cadenas auto-impuestas. Comencé a potenciar mis potencialidades. A no estar alineada con la comparativa del entorno. A ser únicamente yo.

Y es aquí, donde las causalidades de la vida, (y no casualidades, como diría una buena amiga) hicieron que el Coaching llamara sin avisar e irrumpiera en las profundidades de mi ser. De este modo, decidí que el sentido de mi vida sería contribuir a hacer que las personas lleguen a elevarse hacia el camino del auto-conocimiento, a elevar la conciencia humana para que halle su sentido, a armonizar la vida personal y profesional de los seres humanos.

Ahora resuenan en mí las famosas palabras de Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar.

La contribución que puedo hacer desde aquí es que, la meta o el sentido de la vida puede ser lo que nos guíe a movernos, sin embargo lo que nos hace elevarnos como personas es precisamente la experiencia de descubrir ese camino, los compañeros de viajes que encontramos mientras caminamos hacia la búsqueda de nuestro sentido. 

Siento en mí una profunda necesidad de contribuir a que este espacio pueda convertirse en un compañero de ese viaje que algún día emprenderás. Te ilustraré tus días con libros, autores, películas, referencias y ocurrencias varias, que puedan ayudarte a dar ese salto cuántico llamado felicidad.

Actívate al cambio.


Anna Alonso. Coach. TU&YO
annaalonsopardo@gmail.com

19 jun 2014

No te adelantes al tiempo



Hoy he vivido uno de esos encuentros fortuitos que te dejan pensando de camino a casa. Mientras esperaba el metro, un buen hombre se acerca y me pregunta: ¿Puede decirme la hora?,  ¡por supuesto!- le respondo- son las 8 de la tarde. Extrañado por mis palabras, el buen hombre me dice: ¡no puede ser! , ¿llevas el reloj adelantado?, ¡Sí, sí! – contesto- ¡10 minutos, para no llegar tarde.! Una vez en el vagón del metro, el hombre se acerca de nuevo y  me dice: “No te adelantes al tiempo”. Y así, sin más, estas cinco palabras se han depositado en mí, y giran y giran, sin poder dejar de pensar en esta valiosa lección.


Este sabio consejo me recuerda a los rituales que se realizan en la India. Allí celebran un ritual llamado puja. En este ritual, recogen imágenes que representan a Dios de muy diversas maneras y las bañan, les dan de comer y les ofrecen su amor. Es la forma que tienen de dejar ir al pasado y vivir el momento presente, el aquí y el ahora.


Vivir el momento presente y no adelantarnos al tiempo. Fácil de entender, Difícil de realizar.


En el mundo actual, la gran mayoría de nosotros, vivimos circunscritos al tiempo que no llega y a los recuerdos del pasado efímeros, que vagan en nuestra mente, sin dejar espacio al presente. Vivimos con la angustia arraigada de no saber qué nos deparará el futuro. Pero olvidamos que lo más importante para llegar a ese futuro, es vivir el momento presente, el día a día. La solidez de nuestros actos de hoy serán la edificación de nuestro mañana. Pero para ello, debemos adoptar una virtud, que el mundo actual parece no tener cabida: la paciencia.



Mi consejo es ese: no te adelantes al tiempo y vive el presente.

5 ene 2014

El tesoro de nuestro siglo....el tiempo


“Estamos hechos de tiempo. Somos el tiempo que nos queda”
Caballero Bonald.




Tras un tiempo de calma en mi ciudad natal retomo mis obligaciones con el deber. La vuelta en tren a la urbe me transporta hacia un deambular de pensamientos superpuestos, que cobran su forma en la palabra TIEMPO.

Comienza mi proceso mental, en el cual, me pregunto:

¿Por qué no tener más tiempo para disfrutar del momento presente? ¿Por qué debemos circular a un ritmo tan frenético, en el que el tiempo se desliza como arena entre los dedos?

Puede que estos planteamientos resulten exagerados, desorbitados, y algo disparatados para una joven que llega de nuevo al sabor rítmico que envuelve la gran ciudad. Llego de nuevo a los días de madrugar, de correr, de trabajar en la oficina, de volver a casa… y sentir la extraña sensación de que el tiempo transcurre demasiado rápido. 

Quizás mi concepción de la vida es bien distinta a la mera sucesión de impactos sensoriales y emocionales - ruidos, polución, aglomeraciones, atascos, consumismo frenético….-  propios de las grandes urbes, actuales centros de ofertas de trabajo y masificaciones profundas.

Considero las ventajas que atraen a una gran ciudad, la diversidad cultural, el abanico de personas que la componen, la disparidad de gastronomía culinaria que saborear, los bares que descubrir, las calles por las que deambular…Sin embargo, se necesita tener tiempo para disfrutar. 





Y en esta estela de añoranza hacia una vida más auténticamente pausada, es donde la palabra TIEMPO cobra su mayor sentido.

Y es precisamente en esta concepción de temporalidad, donde la pausa sucede al ritmo, surge el movimiento SLOW-CITY, o lo que es lo mismo, “ciudad lenta”.

Fue en 1999 cuando regiones de Italia como Bra, Orvieto, Positano y Greve in Chianti pusieron en marcha este movimiento de ciudades lentas.

Estas regiones habían observado como el frenesís de la vida diaria había deshumanizado a los ciudadanos, se había producido un notable deterioro del patrimonio de la ciudad, un desmejoramiento de su hábitat y su entorno, además de una pérdida del placer por la comida tradicional.

Y es que, antes que yo y mis planteamientos disparatados, Pier Giorgio Oliveti, Director y Secretario General de la Cittaslow Internacional,  acuñó un postulado sobre vida tranquila: "Una ciudad con alma, que trata de manera holística de manejar la vida con tranquilidad".  

En la actualidad son más de 176 ciudades de todo el mundo- Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Portugal, España, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Turquía, China, Canadá y Estados Unidos-  adscritas a este movimiento que late, a su propio ritmo, en los compases de la lentitud y la calma.

En nuestro país son seis los municipios adscritos ya a este movimiento, conocida como

Begur (Girona), Bigastro (Alicante), Lekeitio (Bizkaia), Mungia (Bizkaia), Pals (Girona) y Rubielos de Mora (Teruel).  

¿ Qué requisitos deben reunir las ciudades para convertirse en un centro de paz y tranquilidad?

   La aplicación de una política medioambiental basada en promocionar técnicas de recuperación y reciclaje de los residuos.

   La política urbanística ha de servir para mejorar el territorio, no para ocuparlo.

   El uso de los avances tecnológicos para la mejora de la calidad del medioambiente y núcleos urbanos.

   La promoción de la producción y uso de productos alimentarios obtenidos mediante técnicas naturales y  compatibles con el medioambiente, sin incluir los productos transgénicos e implantando, si procede, servicios propios de defensa y desarrollo de producciones autóctonas.

   La potenciación de las producciones autóctonas vinculadas al territorio: se mantienen las tradiciones más ancestrales y se promociona la relación entre los consumidores y productores de calidad.

   La potenciación de la hospitalidad y convivencia entre los habitantes y turistas.

   La concienciación tanto de los habitantes como de los operadores turísticos sobre lo que significa el hecho de vivir en una ciudad slow y sus repercusiones, dedicando especial atención a la sensibilización de los jóvenes mediante planes de formación específicos.

   La población de las ciudades de la red no puede ser superior a 50.000 habitantes.

Aunque nos toque vivir en la esfera de la inmediatez, del frenesís diario y de la lucha por la supervivencia, conviene tomarse un respiro, alejarte del mundanal ruido impostado en las grandes ciudades, y regresar a tus orígenes del tiempo pausado y la tranquilidad.  

Recomiendo el manifiesto Despacio, Despacio de María Novo, 20 razones para ir más lentos por la vida. 

"El problema de los ritmos rápidos, de la aceleración, es típicamente un problema ligado a nuestro estilo de vida y al despilfarro. Por ello conviene reflexionar sobre este tema: la búsqueda del verdadero bienestar colectivo que se asienta en el equilibrio ecológico y la equidad social". María Novo. 


"La verdadera felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días" Benjamín Franklin.