Hoy el día bosteza nublado, espeso, envuelto en un
clima grisáceo. Y es precisamente en esta estela de ensombrecida realidad, donde me apetece
arrancarme con una de esas profundizaciones un tanto prohibitivas para una
mañana de domingo.
Así que, comienzo a circular con la cafeína impregnada, sin rodeos, dando forma a este
nuevo post de hoy. Con optimismo, alegría y buen humor, que de eso se trata, de
vivir lo vivible, y de sorprendernos por lo superable.
Esta vez, os traslado a BHUTÁN, una remota región del
Himalaya. Este pequeño territorio montañoso, fronterizo con China e India, presenta una densidad de población que no supera los 20 habitantes por km. Un sueño para cualquier aspirante a contemplador de la vida tranquila.
Sin embargo, lo que me ha llevado hasta aquí, no ha sido la equidad y el paisaje propio, sino el medidor de desarrollo que se emplea en este país. Os presento amigos míos: el índice de Felicidad Interior/Nacional Bruta.
Sorprendeos, asombraos, desconcertaos... Despertad.
Así es, FNB, es el índice empleado en Bhután para
determinar el nivel de desarrollo y crecimiento del país. Y el encargado de tal
ocurrencia, fue el propio monarca, Jigme Singye Wangchuck, que con 18 años
se convirtió en el rey más joven del mundo.
Ya en su discurso de
coronación, en 1974, el joven monarca apuntaba maneras cuando alzó a sus gentes, esta
contundente conclusión:
"La felicidad
interior bruta es mucho más importante para un país que el producto interior
bruto". Y tan feliz.
Pero, indaguemos un poco en el contenido sustancial
del concepto mismo, ¿Cómo es posible medir la felicidad de un país?
Cuatro son las premisas que
se deben tener en cuenta:
1. Un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo.
2.
La preservación y promoción de la cultura.
3.
La conservación del medio
ambiente.
4. El buen gobierno
Parece sencillo. Fácilmente realizable. Hasta para un joven y monarca de 18 años. Y encima funciona. Porque esta
alternativa al capitalismo y al comunismo, ha conseguido convertir a Bhután en la segunda economía que más rápido creció en el mundo, unido por supuesto a la felicidad de sus habitantes. Así, en un estudio realizado
en 2005, el 45% de los butaneses declaró sentirse “muy feliz”, el 52% reportó
sentirse “feliz” y sólo el 3% dijo no ser feliz.
Asombrados, lo sé. Nosotros, occidentales que crecimos entre cifras del PIB y cuentas corrientes, especulaciones y, Bolsas, accionistas y Primas con/de Riesgo...¿cómo es posible?
Y es que, en estos
tiempos de reflexión e incertidumbre que vivimos, conviene echar la vista
atrás, y valorar si el crecimiento económico obtenido, nos ha reportado las mismas dosis de felicidad esperadas.
Bueno señores, si alguno ha amanecido sombrío como el día mismo, insustancial, y frío, espero que esta sobredosis de felicidad le haya al menos apaciguado, y sepan sino, que siempre nos quedará...Bhután.